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Bolivia

TARABUCO

   Calle Lemoine, nº 9.

   Tfno.0059146936075

El día 10 de septiembre del año 1979 parten para Bolivia las cuatro primeras Misioneras de la Providencia que pisarán tierras americanas. Estas Hermanas son: Pilar Alcolea de la Mano, Isabel Muñoz Heras, Salvadora Real López y Mª Luisa Reyes García. Cuatro Hermanas generosas y valientes que respondiendo a la llamada de la misión por medio de la Superiora General, Hna. Purificación Segurado, marchan llenas de entusiasmo dispuestas a dar su vida en la tarea evangelizadora de un país desconocido para ellas.

Llegan a Sucre el día 12 después de un largo y cansado viaje. En el aeropuerto las reciben con gran alegría la familia de la Hna. Herminia Domínguez, que ha sido la que ha facilitado el camino para ir hasta allí y el P. Miguel Rojas, Párroco de Presto, pueblo al que van destinadas, acompañado de un grupo de personas del pueblo que con su música y danzas muestran la alegría por la llegada de las Hermanas. Ellas se emocionan con estas muestras de cariño y dan muchas gracias a Dios por lo que comienzan a vivir en este país.

Como en toda fundación y más en un país desconocido, los comienzos van a ser muy duros. No tienen medios de subsistencia y aunque la gente es generosa y les llevan alimentos, no pueden vivir sin un medio de vida. Como dice nuestro Padre, las Hermanas han de buscar el sustento como fruto de su trabajo. Confían que llegará una solución porque Dios nunca abandona a sus hijos. Si cuida y alimenta a las aves del cielo, ¿No va a cuidar de sus hijas? Y la Providencia les pone en el camino al P. Edgar Torrelio Villa, Párroco del pueblo de Tarabuco, sacerdote de gran corazón que las acoge en su Parroquia y les da toda clase de facilidades para desarrollar una amplia misión, como amplia es la caridad, según nos dice nuestro P. Fundador.

Comienzan a vivir en Tarabuco el día 1 de marzo de 1980 y como no tienen casa propia, viven en la casa parroquial. Más tarde, el Sr. Cardenal, José Clemente Maurer, hace construir una bonita casa para las Hermanas en terreno de la Parroquia. El 7 de mayo de 1981 se bendice la nueva casa.

Dos Hermanas comienzan a trabajar en la Pastoral de la Salud en el hospital del pueblo, a donde acuden personas de toda condición, sobre todo campesinos de las comunidades indígenas. Visitan también estas comunidades atendiendo a las personas tanto en el aspecto material como en el espiritual. La evangelización abarca todos los campos y ellas están dispuestas a todo, por difícil y duro que sea; atienden el cuerpo y el alma: la persona en su integridad.

Otro campo fuerte de atención fue el educativo. Dos Hermanas dan clase en centros del Estado y atienden un centro de promoción de adultos, anexo a la vivienda. Aquí acuden campesinos de las comunidades cercanas a aprender lo más elemental.

En el mes de febrero de 2006, las Hermanas abren un comedor para los niños y niñas de las escuelas, sobre todo para los que vienen de las comunidades cercanas, con el fin de que no tengan que comer en la calle la escasa y pobre comida que les prepara su mamá, a base de papas y arroz cocidos con agua. Al principio son 57 niños los que comienzan, pero poco a poco el comedor se va ampliando también para los niños del pueblo. En la actualidad acuden diariamente más de 300. Esto es posible gracias a la generosidad de muchas personas de España que sienten como algo propio la Congregación y la misión de las Hermanas y han apadrinado a gran cantidad de niños. Sólo así es posible proporcionarles un almuerzo alimenticio y completo que les ayude a tener un desarrollo normal y sano.

La labor pastoral en la Parroquia del pueblo es muy amplia, desde la catequesis a niños, jóvenes y adultos, la animación de la Liturgia, administración de Sacramentos en ausencia del Párroco, como bautizos y entierros, y todo lo que sea preciso para atender las necesidades espirituales de las personas, no sólo las materiales. La gente tiene sed de Dios y las Misioneras ahí están, día a día intentando saciar esa sed con el mensaje de Jesús, el Agua Viva. Quieren hacer realidad lo que nos dice Jesús en el evangelio: “Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”. (Mt. 10,8)

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