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SER MISIONERA DE LA PROVIDENCIA

      Ser Misionera de la Providencia es ser anunciadora del amor de Dios, Padre Providente, que cuida con cariño y ternura a cada uno de sus hijos.

     La certeza del amor de Dios lleva a la Misionera de la Providencia a confiar todos sus cuidados a la providencia divina, incluso en los momentos más difíciles de la existencia.

    Busca ante todo "el Reino de Dios y su Justicia porque sabe que todo lo demás se le dará por añadidura", como dice Jesús.

     Encuentra en la oración su fuerza y la alegría de darse a los demás: de esta manera, quiere hacer realidad el lema de la Congregación, inspirado por Dios a su Fundador: "Vivir de Dios para darse a las almas".

     Este Reino de Dios lo hace presente día a día en los niños y niñas, en los jóvenes de los colegios y Residencias Universitarias, en las familias, sobre todo en las más necesitadas, no sólo en lo material, sino en lo espiritual, en los enfermos a los que visita, en los pobres y marginados de la sociedad, en toda persona que se cruza en su camino buscando el sentido de su vida.

      La fuerza de la oración, la Eucaristía diaria, el amor a la Stma. Virgen, impulsan a la Misionera de la Providencia a seguir caminando en fidelidad constante y creativa hacia la meta, aunque en ese camino a veces brille el sol o a veces la niebla le impida ver claro, pero se fía de su Padre Dios, que nunca la abandona.

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